1.2.1.1. Ian McHarg / “Proyectar con la naturaleza”

Más allá de que su trabajo está cargado de una fuerte denuncia se puede entender desde la perspectiva de un contexto de post-revolución industrial y de post-guerra (2da Guerra Mundial) máximas de la arrogancia del hombre moderno,  y que la evolución de su disciplina estuvo ligada a la fuerza de ocurrencia de desastres naturales. Con la siguiente frase McHarg muestra el positivismo necesario para plantearse antes los problemas: “El sol y el mar, los huertos en flor, las montañas y la nieve, o los campos de flores hablan al espíritu igual que a la carne”.

En este contexto de ciudades devastadas, espacios grises y “lugares sin nombre”, es donde se enmarcan los estudios de este planificador y paisajista, con un especial sentido de vanguardia y con un amplio espectro desde el ámbito científico, técnico y filosófico.

Es en este último punto donde se hace una valoración de las formas de relacionarse con el entorno de los orientales y sus jardines como símbolos metafísicos como por ejemplo   en   las   filosofías    Zen  o  Tao  en contraposición de la visión occidental representada por sus ideales de justicia y compasión hacia el hombre, mirada antropocéntrica plasmada por ejemplo en los jardines ingleses del Siglo XIX y sus principios estéticos.

Este autor hace uso de la metáfora del astronauta y su estudio sobre las necesidades para su vida en una cápsula aislada que llega a determinar que estas necesidades son las mismas, ni una más ni una menos de lo que ya tenemos en la biósfera como pueden ser radiación solar normal, diversidad ecológica, no extinción de especies, etc. Esto como enseñanza de que el planeta es al mismo tiempo que una cápsula a gran escala, no se puede prescindir de ninguno de sus elementos. El hombre debe saberse inserto en la naturaleza y su aprendizaje es base de la supervivencia, olvidando la “antropomorfización” del planeta sin un sentido propio de plataforma de recursos naturales como valores sociales.

Así, en el ámbito científico McHarg propone una nueva mirada al planeta como un ecosistema dinámico, y al hombre en una adaptación estratégica, complementando la teoría de selección natural de Darwin.

Las  premisas  comienzan  a  aparecer desde esta nueva mirada y comenzamos a escuchar las posibilidades de un desarrollo “sano” en base a la disminución de fuentes de contaminación, crecimiento de las capas vegetales, aprovechamiento de la belleza y protección de su vulnerabilidad, etc. Pero la más importante de estas fue sin lugar a dudas, el pensar en un crecimiento controlado en base a un método, con los ojos puestos en la conservación pero también en la plusvalía y la rentabilidad.

Desde este punto, también se debe destacar que los movimientos ecológicos ya madurados en la actualidad nacen desde éste y otros estudios profesionales y en ningún caso desde los gobiernos, las instituciones ambientales o de planificación.

Por último en el ámbito técnico, esta visión se materializa en un método de análisis y una matriz de respuestas, pioneros y aún vigentes. Las disciplinas de la Arquitectura, la Arquitectura del Paisaje y el Urbanismo cambian el foco para enriquecer la vida de los hombres sin desmedro del sustrato, en base a que los procesos que forman los paisajes se transformen en fundamentos de proyecto, por ejemplo, para que el trazado de una carretera se convierta en una posibilidad para el mejoramiento de la salud ambiental.
Este método nace como el análisis por superposición de capas sobre regiones de suelo con diferente información.

Estas pueden ser las capas geológicas, hidrológicas superficiales y subterráneas, las capacidades acuíferas del suelo, vegetación, humedales, llanuras de inundación y otras desde el punto de vista físico.  Además de las pendientes pronunciadas y su erosión, suelos agrícolas y sus desplazamientos, bosque más zonas arboladas y su deforestación, en cuanto a los procesos que se desarrollan en estos espacios. Sin olvidar los valores sociales, patrimoniales, históricos, etc.

Todo para que éstas puedan ser desplegadas y combinadas geográficamente para   identificar  lo  más   conveniente  para diferentes usos y desarrollos en una matriz de  decisiones  para  espacios diferenciados, en base a una explicación “provisional y probabilística” de un área de estudio. Como pueden ser  la repoblación de árboles en laderas, la prohibición de desarrollo en pendientes mayores o la decisión de explotación del suelo en el sentido menos nocivo posible.

Esta sistematización es una completa caracterización de lo que McHarg denomina “cuenca aérea urbana” cómo espacio a gran escala de la ciudad, y demuestra como la planificación debe responder a una urbanización de acuerdo a objetivos regionales en el sentido ecosistémico más allá de los espacios geográficos tradicionales.

Como gran ejemplo de los resultados obtenidos es la demostración del mayor número de enfermedades humanas en los centros urbanos en Norteamérica.

Esta formula además entrega las directrices de los inventarios de los ecosistemas. Estos son, la Negentropía como búsqueda de mayor orden, Apercepción como la transformación de la energía en información, la Simbiosis como un proceso de disposición cooperativa, además de la Adaptación y la Salud en desmedro de las enfermedades en la ciudad.
En cuanto a las proyecciones y las vigencias de estas herramientas destacamos que en particular esta plataforma metodológica se ha convertido en la base de las evaluaciones de impacto ambiental contemporáneas, además de los programas SIG (Sistema de Información Geográfica), también muy usados en los planes de desarrollo urbano actuales.

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